EL pasado 11 de agosto el mundo del cine y el espectáculo
sufrió la pérdida de un gran artista. Robin Williams fallecía en su vivienda en
el norte de California a los 63 años de edad. Fueron varias las especulaciones
que se hicieron sobre la causa de la muerte. En un principio se confirmó que el
motivo de la muerte había sido asfixia, sin embargo, aún no se han concluido
los resultados de la autopsia y se estima que estarán previstas para el mes de
noviembre por ahorcamiento.
Despedir de ésta forma a todo un maestro de la
interpretación como era Robin Williams nos deja a todos los amantes del cine
con un mal sabor de boca. El mundo cinematográfico no va a volver a
beneficiarse de la maestría del protagonista de Jumanji. Irónicamente resulta extraño ver cómo en la vida real ha
sido él quien ha acabado como su alumno NeylPerry de El club de los poetas muertos.
Sin embrago antes de marcharse ha sabido dejar su
huella bien puesta. Nadie como él para recitar largos y profundos monólogos
como en El indomable Will Hunting o para hacernos reír a
carcajadas como en la película Señora
Doubtfire, papá de por vida. Supongo que ahora sólo queda volver a
revivir esos momentos de emoción y sensibilidad desde sus películas y ver todas
aquellas que aún no he visto y me quedan por descubrir.
"Solía
pensar que la peor cosa en la vida era terminar solo. No lo es. Lo peor de la vida es terminar con alguien que te hace sentir
solo".
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