miércoles, 24 de septiembre de 2014

ENTRE CINTAS DE VHS



Mi afición al cine me vine arraigada desde que era niña. Con tan solo cinco años sabía manejar perfectamente el aparato reproductor de vídeo. Yo misma me subía  sobre una de las sillas del salón para alcanzar los estantes más altos donde estaban todas las cintas VHS. Era una verdadera acción de virtuosismo estar haciendo equilibrios en la silla mientras sujetaba sobre una de mis manos las películas Disney e intentaba alcanzar con la otra el resto de películas ocultas al fondo. Me encantaba explorar por aquellas filas interminables de películas. Encontraba títulos como La Naranja Mecánica, Titanic, Orgullo y Prejuicio, Crash, Cuatro Bodas y Un Funeral etc. Siempre me picaba la curiosidad por saber de qué trataban aquellas películas e intentaba ver pequeños fragmentos a escondidas de mis padres. Claro está que no era fácil, así que cuando no lo conseguía yo misma me intentaba imaginar la historia viendo la carátula de la caja.

Recuerdo que hasta hace unos siete años mi padre nos llevaba a mi hermana y a mí todos los viernes al videoclub donde alquilábamos una película para el fin de semana. Siempre acabábamos echando a suertes qué película nos íbamos a llevar de todo el montón que habíamos seleccionando. Una de las películas que más veces alquilamos fue Chitty Chitty Bang Bang. Mi padre nos asesoraba sobre las películas que coger. Siempre ha sido muy aficionado al cine, supongo que esa parte la he heredado de él.

Otra cosa que me une íntimamente con el cine es mi pasión por actuar. Pertenezco a un grupo de teatro y me encanta aprender viendo cine.  Si el tiempo y mi economía me lo permiten suelo ir al cine varias veces al mes. Además suelo coger bastantes películas prestadas de la biblioteca. Disfruto rebuscando entre sus inmensos cajones, nunca se sabe con qué historia te puede sorprender de nuevo el maravilloso mundo del cine.



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